Entre las cintas palomeras hay unas que tienden a llamar la atención del respetable, se trata de aquellas que tienen una historia con misterios intrincados, personajes que saben envolver al espectador, suspenso y otros elementos del thriller.
Y justamente en ese tenor se encuentra la última cinta del otrora galán de comedias románticas, Matthew McConaughey, quien con el papel del abogado Mick Haller, logra desprenderse del rol en el que se le ha encasillado.
Sorpresivamente, el protagonista ofrece una buena actuación al interpretar a un hombre que se encuentra envuelto en una situación límite, y en donde, además, carga con prácticamente todo el peso de la película.
"El defensor" ("The Lincoln Lawyer"), dirigida por Brad Furman, está basada en el best seller de Michael Conelly, y en ella el personaje principal es un alter ego del autor.
Tanto la cinta como el libro giran en torno a Haller, un abogado carente de moral que se dedica a defender a criminales culpables a cambio de jugosas sumas de dinero, elevadas tarifas y uno que otro engaño para obtener dinero extra. Pareciera que considera que la conciencia cuesta y cuesta caro.
Como tiene un miedo feroz a ser incapaz de reconocer la inocencia, Haller vive cómodamente sumergido en su estilo de vida. Un buen día llega a sus manos el caso del millonario Louis Roulet (Ryan Phillippe), quien funge como el antagónico del protagonista antihéroe.
Roulet es acusado de haber golpeado brutalmente a una prostituta e intentado abusar de ella, pero afirma tajantemente que es inocente. Pero cuando Haller se percata que su nuevo caso tiene grandes coincidencias con uno en el que trabajó años atrás y que un inocente ha purgado una condena injusta, su mundo se derrumba.
No sólo no abogó por su cliente previo como debería, sino que las sospechas en torno al actual se incrementan. ¿Acaso Roulet no es tan inocente como afirma? ¿Qué hará Haller si se encuentra limitado por la confidencialidad que le debe a su empleador, incluso cuando el peligro aumente?
"El defensor" es un duelo de estrategias en el que al final puede que uno de los contendientes salga bien librado. Aunque presenta una trama fresca —se aleja de las cintas de abogados en las que sólo se intenta demostrar la inocencia o culpabilidad del acusado frente a un jurado, o la corrupción dentro del sistema, todo en pos de un veredicto favorable—, no se libra de que algunos de sus giros sean previsibles.
Por otro lado, si bien la actuación de McConaughey está llena de matices, pues pasa de profesionista engreído, a padre preocupado, a amigo devastado y ser humano desesperado por encontrarse en una encrucijada —entre otros—, el trabajo de Phillippe es igualmente cautivante. Particularmente una escena en la que testifica ante el jurado.
Aunque la historia se centra en un hombre que por primera vez en su vida lucha férreamente por conseguir justicia en busca de su propia redención, y uno ve al personaje transformarse con el paso de los minutos, adquirir carácter y madurez, el final es cíclico y todo se vuelve irrelevante.
A pesar de que se trata de una cinta relativamente larga, pues tiene una duración de 118 minutos, su ritmo es más que adecuado, dinámico y la selección de la música favorece el cambio de tomas.
Otro de los aspectos a destacar de la labor de Furman es que la cinta es sumamente visual, desde la primera secuencia en donde hace uso de pantallas divididas, hasta el empleo del flashback para narrar las versiones de la víctima y el acusado, en lugar de la mera descripción con palabras.
Es imposible ver "El defensor" y no asombrarse ante el cinismo y la insensibilización a la que puede llegar el ser humano, hasta el punto de cometer fuertes agresiones o incluso asesinatos sin experimentar remordimiento, al mostrarse indiferente ante la justicia o simplemente liberar criminales a cambio de unas cuantas monedas.
Vale la pena reflexionar al respecto mientras nos entretenemos viendo una película que además cuenta con actores como Marisa Tomei, William H. Macy y Bryan Cranston, ¿o no?
Y justamente en ese tenor se encuentra la última cinta del otrora galán de comedias románticas, Matthew McConaughey, quien con el papel del abogado Mick Haller, logra desprenderse del rol en el que se le ha encasillado.
Sorpresivamente, el protagonista ofrece una buena actuación al interpretar a un hombre que se encuentra envuelto en una situación límite, y en donde, además, carga con prácticamente todo el peso de la película.
"El defensor" ("The Lincoln Lawyer"), dirigida por Brad Furman, está basada en el best seller de Michael Conelly, y en ella el personaje principal es un alter ego del autor.
Tanto la cinta como el libro giran en torno a Haller, un abogado carente de moral que se dedica a defender a criminales culpables a cambio de jugosas sumas de dinero, elevadas tarifas y uno que otro engaño para obtener dinero extra. Pareciera que considera que la conciencia cuesta y cuesta caro.
Como tiene un miedo feroz a ser incapaz de reconocer la inocencia, Haller vive cómodamente sumergido en su estilo de vida. Un buen día llega a sus manos el caso del millonario Louis Roulet (Ryan Phillippe), quien funge como el antagónico del protagonista antihéroe.
Roulet es acusado de haber golpeado brutalmente a una prostituta e intentado abusar de ella, pero afirma tajantemente que es inocente. Pero cuando Haller se percata que su nuevo caso tiene grandes coincidencias con uno en el que trabajó años atrás y que un inocente ha purgado una condena injusta, su mundo se derrumba.
No sólo no abogó por su cliente previo como debería, sino que las sospechas en torno al actual se incrementan. ¿Acaso Roulet no es tan inocente como afirma? ¿Qué hará Haller si se encuentra limitado por la confidencialidad que le debe a su empleador, incluso cuando el peligro aumente?
"El defensor" es un duelo de estrategias en el que al final puede que uno de los contendientes salga bien librado. Aunque presenta una trama fresca —se aleja de las cintas de abogados en las que sólo se intenta demostrar la inocencia o culpabilidad del acusado frente a un jurado, o la corrupción dentro del sistema, todo en pos de un veredicto favorable—, no se libra de que algunos de sus giros sean previsibles.
Por otro lado, si bien la actuación de McConaughey está llena de matices, pues pasa de profesionista engreído, a padre preocupado, a amigo devastado y ser humano desesperado por encontrarse en una encrucijada —entre otros—, el trabajo de Phillippe es igualmente cautivante. Particularmente una escena en la que testifica ante el jurado.
Aunque la historia se centra en un hombre que por primera vez en su vida lucha férreamente por conseguir justicia en busca de su propia redención, y uno ve al personaje transformarse con el paso de los minutos, adquirir carácter y madurez, el final es cíclico y todo se vuelve irrelevante.
A pesar de que se trata de una cinta relativamente larga, pues tiene una duración de 118 minutos, su ritmo es más que adecuado, dinámico y la selección de la música favorece el cambio de tomas.
Otro de los aspectos a destacar de la labor de Furman es que la cinta es sumamente visual, desde la primera secuencia en donde hace uso de pantallas divididas, hasta el empleo del flashback para narrar las versiones de la víctima y el acusado, en lugar de la mera descripción con palabras.
Es imposible ver "El defensor" y no asombrarse ante el cinismo y la insensibilización a la que puede llegar el ser humano, hasta el punto de cometer fuertes agresiones o incluso asesinatos sin experimentar remordimiento, al mostrarse indiferente ante la justicia o simplemente liberar criminales a cambio de unas cuantas monedas.
Vale la pena reflexionar al respecto mientras nos entretenemos viendo una película que además cuenta con actores como Marisa Tomei, William H. Macy y Bryan Cranston, ¿o no?
Twitter: mabsalinas
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