Muchas historias verídicas suelen llevarse a la pantalla grande para deleitar, entretener o inspirar a la audiencia; pero hay algunas más que logran pasar del simple entretenimiento al deleite singular que se deriva de cualquier obra maestra.
En este último rubro se encuentra "De Dioses y Hombres" ("Des Hommes et des Dieux", 2010), una cinta de Xavier Beauvois, la cual ha conseguido un logro que muchas veces es difícil de alcanzar: el aplauso de la crítica y el público por igual.
La cinta está basada en los últimos años de un grupo de hombres, siete monjes cistercienses que vivieron en Tibhirine, Argelia, de 1993 a 1996, inmersos en una comunidad musulmana con la que convivían e incluso a la que atendían pacífica y servicialmente.
Sin embargo, el radicalismo de algunos extremistas pone en riesgo su estadía en ese sitio; el peligro se incrementa aún más cuando trabajadores extranjeros son asesinados por el Grupo Islámico Armado (GIA), lo que desata el pánico en los alrededores.
Cada uno de estos monjes interactúa tanto al interior como al exterior del monasterio, pues tienen funciones claras que desempeñar. Por ejemplo, el hermano Christian (Lambert Wilson), cabeza de los religiosos, al ser su líder ofrecía misa y supervisaba el orden de la comunidad.
Cuando ocurría algún desperfecto, malestar, o simplemente alguien enfermaba, él se mantenía al pendiente del bienestar del grupo. Mientras que el hermano Luc (Michael Lonsdale, quien se echa a la audiencia a la bolsa desde su primera escena), era el responsable de la salud de musulmanes y monjes.
Así, cada uno de estos siete héroes, de estas siete almas entregadas a la caridad, cumplen una función específica para servir a propios y extraños.
Pero cuando su propia vida es la que está en juego, deberán deliberar si permanecen al lado de los hombres, mujeres y niños que han sido su familia durante tanto tiempo, o si seguirán los consejos que llegan desde Francia, que les sugieren regresar a su tierra natal.
El dilema y la deliberación alcanzan su punto climático, cuando cada uno de los personajes, cristianos de carne y hueso, exponen los motivos por los cuales deben permanecer al pie del cañón o partir.
¿Estarán dispuestos a arriesgarse, a ser héroes y ejemplo de fe? ¿Cuál será su decisión final y el precio que pagarán por ella?
"De Dioses y Hombres" es una pieza magistral del séptimo arte que fue reconocida en el Festival de Cannes de 2010 con el Gran Premio del Jurado, segundo lugar de la competencia que sólo está por detrás de la Palma de Oro; pero también recibió el reconocimiento del Jurado Ecuménico por su buen mensaje.
La dirección de Beauvois es sutil y poco a poco nos adentra en la dinámica y los contrastes culturales entre musulmanes y católicos. Es un poema en imágenes que, mediante una perfectamente compuesta fotografía, narra una historia de amor y un fragmento de vida.
A pesar de que son muchos los personajes, todos tienen un momento para conectar con la audiencia y permitir que ésta se identifique con sus pesares, angustias, alegrías y logros.
El director ensambla su obra gracias a sutiles movimientos de cámara que sigilosamente nos revelan las grandes actuaciones de sus protagonistas, las cuales se acentúan gracias a los acercamientos que "desnudan" su trágica situación.
Lamentablemente, mientras que en Europa, la cinta ha sido exhibida en numerosas salas y dado una buena batalla en taquilla, aquí en México ha pasado desapercibida. El filme puede encontrarse en la Cineteca y en uno que otro complejo cinematográfico. Lucha por verla.
En este último rubro se encuentra "De Dioses y Hombres" ("Des Hommes et des Dieux", 2010), una cinta de Xavier Beauvois, la cual ha conseguido un logro que muchas veces es difícil de alcanzar: el aplauso de la crítica y el público por igual.
La cinta está basada en los últimos años de un grupo de hombres, siete monjes cistercienses que vivieron en Tibhirine, Argelia, de 1993 a 1996, inmersos en una comunidad musulmana con la que convivían e incluso a la que atendían pacífica y servicialmente.
Sin embargo, el radicalismo de algunos extremistas pone en riesgo su estadía en ese sitio; el peligro se incrementa aún más cuando trabajadores extranjeros son asesinados por el Grupo Islámico Armado (GIA), lo que desata el pánico en los alrededores.
Cada uno de estos monjes interactúa tanto al interior como al exterior del monasterio, pues tienen funciones claras que desempeñar. Por ejemplo, el hermano Christian (Lambert Wilson), cabeza de los religiosos, al ser su líder ofrecía misa y supervisaba el orden de la comunidad.
Cuando ocurría algún desperfecto, malestar, o simplemente alguien enfermaba, él se mantenía al pendiente del bienestar del grupo. Mientras que el hermano Luc (Michael Lonsdale, quien se echa a la audiencia a la bolsa desde su primera escena), era el responsable de la salud de musulmanes y monjes.
Así, cada uno de estos siete héroes, de estas siete almas entregadas a la caridad, cumplen una función específica para servir a propios y extraños.
Pero cuando su propia vida es la que está en juego, deberán deliberar si permanecen al lado de los hombres, mujeres y niños que han sido su familia durante tanto tiempo, o si seguirán los consejos que llegan desde Francia, que les sugieren regresar a su tierra natal.
El dilema y la deliberación alcanzan su punto climático, cuando cada uno de los personajes, cristianos de carne y hueso, exponen los motivos por los cuales deben permanecer al pie del cañón o partir.
¿Estarán dispuestos a arriesgarse, a ser héroes y ejemplo de fe? ¿Cuál será su decisión final y el precio que pagarán por ella?
"De Dioses y Hombres" es una pieza magistral del séptimo arte que fue reconocida en el Festival de Cannes de 2010 con el Gran Premio del Jurado, segundo lugar de la competencia que sólo está por detrás de la Palma de Oro; pero también recibió el reconocimiento del Jurado Ecuménico por su buen mensaje.
La dirección de Beauvois es sutil y poco a poco nos adentra en la dinámica y los contrastes culturales entre musulmanes y católicos. Es un poema en imágenes que, mediante una perfectamente compuesta fotografía, narra una historia de amor y un fragmento de vida.
A pesar de que son muchos los personajes, todos tienen un momento para conectar con la audiencia y permitir que ésta se identifique con sus pesares, angustias, alegrías y logros.
El director ensambla su obra gracias a sutiles movimientos de cámara que sigilosamente nos revelan las grandes actuaciones de sus protagonistas, las cuales se acentúan gracias a los acercamientos que "desnudan" su trágica situación.
Lamentablemente, mientras que en Europa, la cinta ha sido exhibida en numerosas salas y dado una buena batalla en taquilla, aquí en México ha pasado desapercibida. El filme puede encontrarse en la Cineteca y en uno que otro complejo cinematográfico. Lucha por verla.
Twitter: @mabsalinas
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