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lunes, 31 de diciembre de 2012

La vida misma es “Una Aventura Extraordinaria”



“Me dijeron que me contaría una historia que me hará creer en Dios”, le dice el personaje de Rafe Spall, un escritor en busca de algo que contar, a un Pi Patel adulto (Irrfan Khan), cuando lo visita en su casa en Canadá.

“Creerás lo que quieras”, le responde el protagonista, quien a continuación le narra lo que no puede más que calificarse como “Una Aventura Extraordinaria” (“Life of Pi”).

El ganador del Óscar Ang Lee regresa detrás de la cámara para llevar a la pantalla grande la adaptación de la novela escrita por Yann Martel, cuya figura es representada en la cinta por el ya mencionado Spall.

El director nos traslada de un tiempo a otro, del presente al pasado, en medio de un ambiente de realismo mágico, para presentarnos al joven Pi (Suraj Sharma). Cuando cruzaba el Océano Pacífico con su familia, el barco en el que también iban los animales del circo de su padre naufraga.

Tras la tragedia, él es el único sobreviviente al aferrarse a una pequeña lancha, a la que también logran llegar una cebra, una hiena, un orangután y, para su sorpresa, un tigre llamado Richard Parker, el animal más feroz del conjunto.

Patel pasa más de 200 días en compañía del tigre, a la deriva, y en medio de una encarnizada lucha consigo mismo y la intemperie para sobrevivir.

Con tres nominaciones a los Globos de Oro (Mejor Película Dramática, Director y Banda Sonora), se trata de una profunda historia de fe a partir de un fervoroso personaje con una rica vida espiritual, la cual le ayuda a superar las inclemencias.

Desde niño Pi muestra inquietud por creer, es un chico con hambre de Dios, al que encuentra a través del budismo, catolicismo e islam y es justamente esta característica tan peculiar la que lo hace un sobreviviente.

Gracias a la narración no lineal, desde un inicio se sabe que el protagonista saldrá avante; sin embargo, eso no impide que el filme —con sus más de dos horas de duración— esté plagado de sorpresas, así como momentos dramáticos, cómicos y conmovedores.

Para lograrlo, la interpretación de Sharma como Pi joven es fundamental, pues no sólo es creíble y realista, incluso ante algunos episodios mágicos, sino también fresca cuando debe serlo. Esto llama la atención aún más cuando la mayor parte de los hechos transcurren en un mismo espacio: el mar, para lo cual el equipo de Lee creó una alberca especial para el rodaje.

Junto a este trabajo destaca la calidad de la animación de cada uno de los animales que desfilan por la pantalla, pero por encima de todos, el coprotagonista: ni más ni menos que Richard Parker. Sus movimientos, expresiones e incluso el brillo de sus ojos es de un realismo apabullante.

A nivel visual la película es igualmente impresionante por la buena composición de las tomas y el espectacular manejo del 3D, que sumerge al público en las situaciones que enfrentan los personajes.

A partir de una historia atractiva, conmovedora y que renueva la fe en uno mismo y en un ser supremo, “Una Aventura Extraordinaria” deja en claro que Dios no pone en el camino pruebas imposibles de superar, y para muestra está la vida de Pi. 

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