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sábado, 12 de abril de 2008

Pushing Daisies, innovación televisiva


Warner Channel sorprendió con el estreno de una serie que trasciende lo convencional, un proyecto que difiere de todos los programas televisivos que se han hecho en los últimos tiempos.

Por lo menos, en mi caso, nunca había visto una serie igual o remotamente parecida.

Se trata de Pushing Daisies, una comedia-tragedia-drama que narra la historia de Ned, un niño que a muy temprana edad descubre que tiene un poder especial: revivir a los muertos.

Pero su don no se queda ahí, sino que tiene ciertas complicaciones, ciertas reglas de juego, pues así como da, quita.

Si Ned revive a alguien por más de un minuto, entonces alguien más muere y el destino es el que decide quién.

Todo se complica cuando alguien a quien quiere mucho muere y después de deliberaciones, la revive, pero nunca más la puede volver a tocar, de lo contrario la mataría.

Ésta es una de las historias de amor más puras y tiernas de todos los tiempos, pero a la vez aderezada con toques de muerte, misterio, intrigas y muchos, pero muchos pies.

Su creador es Bryan Fuller, quien hace unos años nos regaló Dead like me, una serie sobre personas muertas con asuntos sin resolver y que deambulaban por el mundo en cuerpos que no eran los suyos.

Por lo visto a Fuller le llama atención el tema de la muerte y aunque sus dos proyectos tienen algunos aspectos en común, como satirizarla, también están tratados desde distintas perspectivas.

Pushing Daisies tiene un diseño de arte como pocos en la pantalla chica, tan bien cuidado que llaman la atención sus decorados, sus colores y la mágica atmósfera que se crea en el programa.

Es inevitable que nos recuerde a la película francesa, Amelié, especialmente por la voz en off, un narrador omnisciente (que lo sabe todo) que nos permite conocer los pensamientos y sentimientos del protagonista.

Su voz nos arrulla y nos envuelve durante el desarrollo del capítulo, y a diferencia de otras series, no interviene sólo al inicio y al final, sino que es intermitente.

Asimismo, tanto la decoración como la voz en off nos remonta a la película Big Fish, ese mundo de fantasía creado por Tim Burton, en donde las historias de un padre marcan la vida de su hijo.

Todo dentro de la serie se apega a un mismo tono, desde las transiciones de una escena a otra (que no son cortes directos, sino fades con cortinillas circulares), hasta la música y la escenografía.

Pero a pesar de estas semejanzas con proyectos cinematográficos, Pushing Daisies es original en muchos sentidos, como en la trama y en la presentación de un amor puro y platónico que va más allá de lo físico.

Un amor que trasciende un simple roce.

Desde el primer capítulo nos enganchamos con los protagonistas, nos compadecemos y lamentamos su situación.

La música en este sentido juega un papel fundamental, ya que encamina nuestras emociones a identificarnos con los personajes y sufrir con ellos.

También es una serie rica en valores, pues nos recuerda lo importante que es para el ser humano sentir afecto y no sólo experimentar desenfrenos.

Gracias Warner Channel por traernos series arriesgadas que se salen de lo convencional y, sobre todo, que están tan bien hechas.

A primera vista se ve que Pushing Daisies es un proyecto con una gran post producción detrás, con muchos efectos especiales, pero que no son los de siempre.

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